El día del Orgullo ha vuelto a recordarnos, haciendo referencia al refranero “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces” que en general, como sociedad, nos jactamos de modernidad, de abertura, de compromiso, y de un sin fin de buenas características más, cuando lo cierto es que si esto fuese así, no sería necesario regular legalmente el amparo de determinados colectivos que sienten indefensión o discriminación.
A mi lo que me parecería normal es que se aceptara a todas las personas con su diferencia y sin perjuicios, ya sea por una cuestión de raza, religión y orientación sexual o personal, sea ésta expresada o no.
Solo necesitamos una buena dosis de respeto, si nuestro organismo no lo genera de forma natural, si que sería necesario aplicar un parche a tal efecto para así desarrollar nuestras habilidades sociales de la manera más correcta.
Cuando pienso en la corrección siempre pienso en una especie de savoir faire no ofensivo para nadie, se que es difícil pero estoy completamente segura que empezar a practicar es un buen comienzo.
Entre las tropecientas habilidades que a diario ensalzamos se encuentra la empatía. Un buen ejercicio sin duda para practicar nada más levantarse. No sé si alguno practica el deporte empático. Ahora viene cuando me dicen que no existe y yo me río. Gran parte de mi tiempo me encuentro rodeada de deportistas pero es verdad que la empatía no se practica en una instalación deportiva. La empatía es como el running pero sin zapatillas, solamente necesitas salir a la calle para empezar a practicarlo. Seguro que si por unos minutos te pones en el lugar de la persona con la que te cruzas tu gesto hacia ella cambiará. ¿Porqué no la miras? ¿Porqué es distinta a ti? ¿Tu no sientes ni padeces? -que suerte, pero seguro que no es verdad- Ella también, no seas artífice de situaciones molestas, trata a los demás como te gusta que te traten a ti, no veas diferencias, porque no las hay o realmente son baladí.
Personalmente, quienes me preocupan seriamente son principalmente el colectivo de ladrones, asesinos y abusadores.
Me da igual un ladrón de bancos que uno de guante blanco, me revientan los de ilusiones y de asesinos, ya sean cuerpo a cuerpo o de manera indirecta o de ideas, me enervan de fea manera.
Abusadores los hay dentro y fuera de ladrones y asesinos, acostumbran a cebar sus carencias de la desnutrición del débil, de todo falto de espíritu, de cuerpo, de edad o de billete, mala gente, hacen doblete.
La libertad del individuo debe siempre empezar donde acaba la del otro, y de cumplir con ésto si que hay que sentir orgullo.