Han pasado 23 días del nuevo año y la maga sigue al pairo de todo aquello que a su alrededor acontece. Pareciera que todo ha dejado de importarle, que todo a su alrededor se ha acomplejado ante las bajas temperaturas de este enero seco y loco, tal febrero, loco y desastroso, como un mes que emula a una mujer, a la mujer, a la maga, esa que transgrede más allá de lo físico y mental, más allá de la vida y de todo aquello que dicen que hay detrás..
Intento como siempre, poner orden en la deidad, en ese espacio sin medida ni forma que voltea todo aquello que se aproxima a mí.
En estos 23 días, la vida ha decidido tomar protagonismo y ponen una bandera el rojo de ritmo 75, el del 82, el del naranjito y el mundial del 82, quizá a modo subliminal, intentando recordar que la vida no ha terminado, que mientras ella sigue todo esta, aunque sea de forma latente, y que no puede existir la negación del mínimo impulso.
Ese impulso que de modo propio ha decidido no abandonarla y seguir molestándola, obligando a su actividad pueril, cansina, aveces incluso, de total inoperancia ante la vida.
Como si fuese nueva…