De nuevo los paraísos se hacen destino del hambre del hombre. Hombre… ese sujeto cuyo producto u objeto, decide arrinconar en una desechería paradisíaca, todo su caudal flotante, donde el reciclado a favor del propio hombre -entendido como humanidad básica- brilla por si solo.
El amasijo de dineros , a poder ser sin tributar en origen para realmente disponer de una auténtica fortuna, pareciera haberse convertido en el auténtico objetivo de los beneficiarios de las grandes compañías.
Mi pregunta ante tal barbarie es simple ¿Tienen ya vidas suficientes para disfrutar de todo aquello que poseen y cuya propiedad ha generado tanta desolación al resto de congéneres habidos y por haber?
¿Tienen el suficiente dinero para compra una vida más, por ínfima que ésta sea?
JA!