Cuando veo las cosas que hago estos días me doy cuenta que aunque no soy consciente de manera directa e instantánea del efecto que este encierro está causando en mi, mermando mis habilidades, en el instante que paro un momento me hago cruces ante tal dislate.
Novela, ¿qué novela? No he pasado de afinar un capítulo y he necesitado diez días.
¿Crímenes? Maxisalivo nada más pensar en todos los que se me han ocurrido, pero la pereza es tan, que ni sombra de una letra en la pantalla.
Me estoy regocijando en los paseos del pasado, echando por la borda parte de mis principios, esos que me recuerdan que para atrás ni para coger impulso. Tanto escuchar que batallitas amorosas me están desequilibrando…
Puede ser que todo esto de una vuelta tal que mis principios se queden patas pa arriba y mi masa gris se encharque dando lugar a una más que catastrófico funcionamiento.
Solo me falta un tributo fotográfico de los ochenta y ponerme a hacer galletas para culminar el proceso de reclusión.
Y bueno, aunque soy persona poco social y también desapegada, el mero hecho de pensar en lo prohibido, como sin duda a muchos les ocurre, me tornan unas ganas de hacer lo contrarío…
