
Mi vecina Artemisa, conocida en el barrio como “la bruja del quinto”, con esto del confinamiento se ha hecho adicta a las conversaciones balconeras.
En una de ellas, la muy piruja, nos explica bien alto, con gesticulaciones extremas, como si actuase en un teatro, que ella no es bruja ni cree en ellas pero que, está segura que haberlas haylas, y tras eso, se sincera.
“Mi madre era beata
mi padre un buen diablo
que conoció en misa
y le hizo un encargo”
Los vecinos murmullan entre ellos –interbalconing– y cuando acaba el siseo, Artemisa tose un poquito, como pidiendo paso para una nueva entrada en escena y nos aclara contundente que NO cree en ella.
Nos deja perplejos, nos hace pensar en sus palabras, en su pueblo y sus controvertidas historias, en Gaudí, y en las fantasías que en estos días, hemos bajado a lo terreno.
Salud!