CONFESIONES AJENAS CON WENCE PEREIRA

Por fin de nuevo en casa hasta que el reloj me recuerde que tengo que ir a trabajar. Esta mañana, al contrario que la canción de Marc Anthony, el viernes emergía con sabor a lunes tras el día de Reyes, coronado de un sol chispeante que apenas llegaba a subir la temperatura ambiente.

Si alguna vez vieron Un día de furia, hoy les digo de Michael casi soy yo. Si no fuese por la bendita ashwagandha que me tiene mansito y que de armas ando más seco que la mojama, como les digo, me hubiese hecho un Michael Douglas para volver a casa.

El día ha empezado a ponerse calentito cuando el plena carretera y con su sol de justicia deslumbrándome, he escuchado un pitido desde el cuadro de mandos del vehículo. ***** el termómetro estaba marcando dos grados centígrados y yo en camiseta de manga corta, una de estas blancas con el Levis en la pechera. Y ustedes dirán que don voy en siete de enero con la manga corta, a lo que yo, que hoy necesito desahogarme tras ese par de horas de vértigo, le responderé que a inocularme la tercera dosis del virus. Es por ello lo de la manga corta, para no andar con stripteases a la hora del banderillazo.

Después de la inusual y baja temperatura, al llegar al vacunódromo y ponerme en posición, la enfermera me dice que no hay vacunas, que me puedo poner la chaqueta para esperar. A los dos minutos, una aviadora de inmunizaciones deja un par de unidades en la bandeja ya preparadas, una para mí, otra para el siguiente de la cola que ya culminaba la decena. Pasadas las contraridades puedo decir: ¡ya tengo la tercera! A pesar de la falta de suministro, salgo bien de hora y me dirijo al Bauhaus a preguntar por algún diluyente de silicona. Pregunto a una empleada de la zona de pinturas que me atiende estupendamente, como siempre que voy por esa tienda, la verdad. Me comenta que el producto es algo abrasivo y yo le digo que la silicona esta en una puerta lacada que lleva dos meses puesta. La dependienta me aconseja no utilizar ese producto en esa superficie y yo, lejos de fastidiarle la mañana, porque como he dicho antes, la ashwagandha es cosa santa para eso de no irritarse, le doy las gracias y salgo de la tienda. Claro que el mejunje recién descubierto no quita que yo me quede con unas puertas que me han costado una pasta, llenas de silicona y de grapas y que para más inri me han puesto ellos. Sin comentarios…

Mi siguiente parada es en el centro comercial donde tenía previsto, aprovechando la compra semanal, recoger los reyes. Total, los regalos son para adultos, da igual el día ¿no? ¡Cual no es mi sorpresa cuando descubro que los artículos por los que llevo esperando no existen! Han sido sustituidos por antigüedades de otras temporadas, a penas reconozco las prendas expuestas, de este año no son, doy fe. Antes de marcarme un pataleo que no me va a llevar a ningún lugar, decido coger el pan, un poco de fruta y salgo para casa.

De camino a casa, mientras conduzco, decido llamar a la Mutua para concretar un coche de sustitución para el lunes. Estos de la Mutua, siempre tan atentos pero también ajenos a las realidades de los mutualistas, esos que cada vez que llega un recibo, pagamos sin rechistar… Como vivo en un pueblito de la costa donde el transporte público brilla por su ausencia, decidí contratar mi seguro a todo riesgo con vehículo de sustitución incluído. Esto ha hecho que, para poder reparar mi auto ha tenido que existir una conjunción estelar importante que después de ene llamadas, parece que podrá ser el próximo lunes -les aclaro que el siniestro colea desde noviembre-. El operador, muy amable, como ya he dicho, me dice cuenta todos los requisitos de debo cumplir para que pueda acceder al coche de sustitución, aunque eso no me lo preguntaron al hacerme la póliza y, podría haberlos cumplido… La cuestión es que me ofrecen un taxi para ir a recoger el auto a veiticinco kilómetros de mi casa y, cuando lo devuelva, no me ponen taxi. La ashwagandha ha dejado de hacer efecto y mi tono ha subido un poquito. Al final me ha parecido que tendré el taxi a la hora concertada porque el ambable operador me ha colgado el teléfono. Y puedo asegurarles que solamente he apuntado las razones por las que contraté ese servicio, pero quizá, ser informado sobre las realidades de otros territorios, como por ejemplo la no existencia de transporte público en la zona o la distancia para recorrer a pie cuando supuestamente devuelva el vehículo, han sido replicadas con un «se lo gestiono ahora mismo».

No sé qué, ni como ni cuando, pero les seguiré contando.

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Acerca de Mechas Poval

Lamari Poval, Escritora salouense nacida en Barcelona. Multifacética en aficiones y destrezas, bloguera desde el año 2006. Aunque el oficio con el cual uno llena su despensa no sea el de escribir, si uno se levanta por la mañana pensando en escribir y es feliz cuando escribe, es escritor. Actualmente expone sus creaciones en "El racó de Mechas", de Mechas Poval y "Con un par" de Lamari Pujol. Publicaciones: UN RELATO PARA OSCAR, 2012, ed. Puntorojo MI HERMANO KEVIN,2013,ed.Vivelibro CUANDO LA MARACA SUENA,2014,ed,Amazon kindle CRÍMENES DE ASFALTO, TIERRA Y MAR, 2019, ed Vivelibro
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