SOBRE BUCLES Y OTRAS COSAS, LOS BUENOS MOMENTOS

Falta justo un año para que caiga una década más en esas que, a modo de aniversario, utilizo para contar los acontecimientos de mi vida. No puedo permitirme celebraciones anuales, y no es por racanear, pequeño gran hermano que todo lo ves. Es sencillamente para economizar malos ratos. Si, si. No he dicho nada raro, no me estoy dejando llevar por las excentricidades. Si algo he ido aprendiendo en la vida que sea de utilidad, es la afirmación en la cual se reivindica la inutilidad de recurrir al tristezas de manera voluntaria y la necesidad de acaparar todo aquello que se presenta feliz, entretenido o divertido, ya que lo malo, acostumbra a instalarse en nuestra vida sin preaviso, y sin pudor ante los daños colaterales capaz de realizar.
Aclarado esto, creo que en cierto modo puedo considerarme ganadora de algún galón, de veteranía de vida, aunque sea callejera, fruto del trato corriente y algunas veces con carácter altanero y no por ello menos insolente de mis momentazos estelares, esos que alimento en los papeles y pantallas y que reparto obviando ese carácter típico de ckack del 29, que tanto en recortes económicos -esos de los que algunos hablan tanto últimamente, y de los que yo, por esas cosas de la economía, siempre presente y no solo en el monedero, en esos momentos-, yo hago alarde. En esos espacios, como en otros, aunque no son muchos ni los lugares, ni los tiempos, ni los receptores o espectadores, no doy, es que me doy, me desprendo de mi misma, a modo de confesión pública, haciéndome blanco de críticas ajenas -es quizá por ello y por aquello, de que el proverbio recita “el que regala bien vende”, me encuentro a menudo esas confesiones ajenas, de aquellos semejantes receptores de mis humildes actuaciones que de manera natural, me regalan sus vivencias, sus reflexiones, ahorrándome el haber de gastar vida en el afán humano de la suma de conocimiento-, de las que duelen y de las que gustan, con valentía, sin medir las consecuencias. Y es que llego a recibir tanto, que dentro de esa gran pobreza que me embarga no hago otra cosa que sentirme agasajada por la vida misma, cada día al levantarme, en la alegría y la energía que ese amanecer diario traspasa, y en el trato humano, un intercambio inmensurable de vivencias, de razones, de pura interacción, es supongo, como los más modernos denominarían al don de la sociabilidad, esa característica que ha diferenciado a la raza humana de algunos otros, esa cualidad que peligra, y que parece que empezamos a darnos cuenta de su extinción justo a la vez que de su existencia.
No están aquí los bucles, ni tampoco los dilemas sobre orígenes, eso, hoy los perdí, como he perdido otras cosas – personas, sentimientos, o lo cualquier ente perdible- y como esto, como todo, un día volverá.

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Acerca de Mechas Poval

Lamari Poval, Escritora salouense nacida en Barcelona. Multifacética en aficiones y destrezas, bloguera desde el año 2006. Aunque el oficio con el cual uno llena su despensa no sea el de escribir, si uno se levanta por la mañana pensando en escribir y es feliz cuando escribe, es escritor. Actualmente expone sus creaciones en "El racó de Mechas", de Mechas Poval y "Con un par" de Lamari Pujol. Publicaciones: UN RELATO PARA OSCAR, 2012, ed. Puntorojo MI HERMANO KEVIN,2013,ed.Vivelibro CUANDO LA MARACA SUENA,2014,ed,Amazon kindle CRÍMENES DE ASFALTO, TIERRA Y MAR, 2019, ed Vivelibro
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