¿Qué porqué estoy así de enfadada? ¿Qué no me habías visto nunca así?
Pues por lo de siempre, pero multiplicado por la enésima potencia y ya, creo que está empezando a marcar la huella en mi carácter. La verdad es que le pongo empeño para que esto no ocurra pero el desgaste empieza a ganar terreno.
Y lo peor de toda esta situación que estoy viviendo es que con mi extralimitación estoy sobrepasando mis propios límites y eso, si que me irrita. Más que mi jefe. La situación es complicada allí dentro, sobre todo entre él y yo desde que no le facilito el trabajo. Aveces he llegado creerme tan estúpida. es que hubo un tiempo en que lo fui. Quizá yo misma he propiciado que los límites de la situación lleguen a ahogarme. Aunque de un tiempo a esta parte ya no es así. Ahora ya no sucumbo a su mobing sutil como el resto de compañeras, eso de bailarle el agua porque sí se ha acabado.
Él es el típico tío tiratrastos entre las trabajadoras con la sutileza suficiente para imposibilitar cualquier queja por acoso. Es un artista en eso del camelo, tiene un nivel excepcional. Consigue lanzarse a la yugular de la víctima de turno sin anestesia sin dejar huellas, así que mientras dura el encandilamiento o el lío si se da, la iluminada de turno le echa un cable, por no decir que les soluciona las papeletas enteras, ya que él, de la mayoría de las tareas, no sabe más que lo que ve, como buen masajista venido a más que es lo que es.
La verdad, lo que nunca he logrado entender es como un día el dueño del balneario me ofreció la dirección de la sección como persona más preparada tanto en titulación como en trabajo, y, de la noche a la mañana, fue él el que ocupó el lugar. Hubo un tiempo en que pensé que aquel cambio fortuito quedaba explicado por una reacción puramente sexista. Cada día que pasaba era más consciente de que no era la persona indicada pero seguía allí, trayéndose sus problemas al trabajo muchas veces, buscándolos en otras. Si bien aquí dentro ha tenido suerte en los escarceos y todo a quedado en la calificación de pacto de silencio, fuera no ha sido igual, un desfile de parejas sentimentales a las que humilla en ausente y en presente, y una última que perdura debido a un accidente con nombre propio, su hijo Camilo. Los días que ella viene el llega a los máximos históricos su cólera, que a mi me parece que no es más que el resultado de su frustración ante la vida, como si aunque ha llegado alto con su trayectoria, tuviese la certeza de que en cualquier momento todo este mundo puede explotar en la cara. Entonces es cuando peor nos trata, y así día tras día, y la verdad, empiezo a agotarme. Suerte a que no solamente allí rindo trabajo y vida, y tengo válvula de escape, aunque sea trabajando aún más, pero gracias al cielo, amo mi trabajo.