Siempre escuché que en esta vida todo tiene un precio. En una ocasión incluso vi una película que se llamaba “La muerte tenía un precio”, y curiosamente, ese valor que se da a la muerte está relacionado de forma inversamente proporcional con el que se le da a la vida. No es que se le dé, pero si se le adjudica, a modo de concesión, de forma relativa. No puedo cambiar el dar, el otorgar por un tiene o un posee, porque esa posesión no tiene una escala de valor mesurable. De la misma forma que ocurre esto de forma general, pasa de forma particular, de manera fraccionada, no hay que pensar en una individualidad aunque ésta sea uno de los factores que afecta la posible medición, la subjetividad es fundamental aunque en este momento no se juzgará.
Cuantas veces, en el día a día uno escucha aquello de “daría lo que fuese por”, acabando luego por pagar un precio demasiado alto, la propia vida…