Una vida para olvidar y solamente un par de sueños para recordar fueron necesarios para que todo volviese a quedar en su lugar.
La siempre doble moral reinante había causado estragos en su persona. De nada valía aquella educación que había recibido. Todavía menos servían todas aquellas visitas a los psicólogos, las largas temporadas en la campiña… Un continuo vivir para olvidar y viceversa había sido la banda sonora de su vida. Una vida tan llena de traiciones y burlas durante una época tan sensible como los primeros diecisiete años de su existencia. Una existencia que culminó en un escándalo de tal magnitud que su vida quedó condicionada al olvido, a su olvido.
A partir de aquella caída hasta lo más recóndito de los infiernos, la nueva persona comenzó como era lógico -o no – una nueva vida, su vida -ahora- que la acompañó hasta hace bien poco cuando un encuentro extraordinario trajo a un primer plano todo aquello que creía olvidado.
Los demonios del pasado volvieron a apostarse bajo su lecho y nuevamente los miedos se apoderaron de su voluntad hasta conseguir que durante mucho tiempo, no volviera a levantarse.
Los demonios del pasado hay que enterrarlos tan en lo profundo que ni siquiera con su poder, puedan volver a presentarse en tu vida. Aunque también sé, que no resulta fácil.
Un abrazo desde donde estoy…
Un abrazo María
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