Dicen que las rondas morteñas siempre son siete aunque existe una teoría sobre las rondas en algunos periodos especiales del año: El principal de los periodos de rondas es el que se encuentra en los días cercanos a la transición de octubre con noviembre; el resto no tienen fecha fija y quizás por ello viene regalando fuerza por allá donde ocurren. No hace falta remontarse muy lejos en el tiempo para ver un ejemplo de este maravilloso fenómeno: Esta semana nos trajo a la niña azul en miércoles de ceniza, una efemérides cristiana que nos recuerda de donde venimos y a donde llegamos, un día donde especialmente podemos pensar mucho o poco para llegar a una misma conclusión, podremos dar vueltas a las ideas, llamarle meditar, pensar, memorizar o desmemoriar, tomar conciencia o perderla para siempre, acabar en el mismo punto, de la misma manera que lo hace nuestra sabia ronda vital. La intensidad se ha visto alterada de manera positiva con la imagen de fondo de una Lourdes milagrosa, viva, que ha traído de nuevo a la vida a aquella niña blanca, pura, desvalida, destrozada en vida. Nos ha traído con ella también, la leyenda de una vida que se hace propia en cualquier ciudad, en cualquier lugar, dándonos una razón para volver a pensar, si será mentira o por el contrario será verdad, si será leyenda o acaso realidad.
La niña azul nació sabia, haciendo homenaje nato a esa ceniza que tiñe nuestra frente para hacernos tener visible y presente que nada cambió, que siempre es lo mismo, que venimos y os vamos, y si me acuerdo no te he visto.